¿Por qué la antropología?
Muchas otras disciplinas, además de la
antropología, se ocupan del estudio de los seres humanos. Nuestra naturaleza
animal es objeto de intensa investigación por parte de biólogos, genetistas y
fisiólogos. Solo en la medicina, centenares de especialistas investigan el
cuerpo humano, y los psiquiatras y psicólogos buscan juntos la esencia de la
mente y el alma humana.
Muchas otras disciplinas –entre ellas la
sociología, la geografía humana, la psicología social, la historia, la ciencia
política, la economía, la lingüística, la teología, la filosofía, la
musicología, el arte, la literatura y la arquitectura- se ocupan de nuestro
comportamiento cultural, intelectual y estético. Están, además, los llamados
“especialistas en áreas”, que estudian las lenguas y estilos de vida de
determinados pueblos, naciones y regiones: “latinoamericanistas”,
“indianistas”, “sinólogos”, etc. ¿Cuál es entonces el rasgo distintivo de la
antropología?
Lo que diferencia nuestra disciplina de las otras
es su carácter global y comparativo. Otras disciplinas abordan únicamente un segmento
específico de la experiencia humana o
una época o fase concretas de nuestro desarrollo cultural y biológico.
Los descubrimientos de la antropología, no se basan jamás en el estudio de una sola
población, raza, tribu, clase, nación, tiempo y lugar. Los antropólogos
insisten, ante todo, en las necesidades de diferenciar las conclusiones
extraídas del estudio de un grupo humano
o de una determinada civilización con datos procedentes de otros grupos o
civilizaciones. De esta manera, la importancia de la antropología trasciende
los intereses de cualquier tribu, raza, nación o cultura concretas.
Desde el punto de vista antropológica, todos los
pueblos y culturas revisten el mismo interés como objeto de estudio. Por ello
la antropología se opone al punto de vista de los que creen ser los únicos
representantes del género humano, estar a la altura del progreso o haber sido
elegidos por Dios o la Historia para moldear el mundo a su imagen y semejanza.
Para
el antropólogo, el único modo de alcanzar un conocimiento profundo de la
humanidad consiste en estudiar tanto las tierras lejanas como las próximas,
tanto las épocas remotas como las actuales (Harris, 1990, p. 24).
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