sábado, 12 de diciembre de 2015

¿Por qué la antropología?

¿Por qué la antropología?


Muchas otras disciplinas, además de la antropología, se ocupan del estudio de los seres humanos. Nuestra naturaleza animal es objeto de intensa investigación por parte de biólogos, genetistas y fisiólogos. Solo en la medicina, centenares de especialistas investigan el cuerpo humano, y los psiquiatras y psicólogos buscan juntos la esencia de la mente y el alma humana.

Muchas otras disciplinas –entre ellas la sociología, la geografía humana, la psicología social, la historia, la ciencia política, la economía, la lingüística, la teología, la filosofía, la musicología, el arte, la literatura y la arquitectura- se ocupan de nuestro comportamiento cultural, intelectual y estético. Están, además, los llamados “especialistas en áreas”, que estudian las lenguas y estilos de vida de determinados pueblos, naciones y regiones: “latinoamericanistas”, “indianistas”, “sinólogos”, etc. ¿Cuál es entonces el rasgo distintivo de la antropología?

Lo que diferencia nuestra disciplina de las otras es su carácter global y comparativo. Otras disciplinas abordan únicamente un segmento específico  de la experiencia humana o una época o fase concretas de nuestro desarrollo cultural y biológico.

Los descubrimientos de la antropología,  no se basan jamás en el estudio de una sola población, raza, tribu, clase, nación, tiempo y lugar. Los antropólogos insisten, ante todo, en las necesidades de diferenciar las conclusiones extraídas  del estudio de un grupo humano o de una determinada civilización con datos procedentes de otros grupos o civilizaciones. De esta manera, la importancia de la antropología trasciende los intereses de cualquier tribu, raza, nación o cultura concretas.

Desde el punto de vista antropológica, todos los pueblos y culturas revisten el mismo interés como objeto de estudio. Por ello la antropología se opone al punto de vista de los que creen ser los únicos representantes del género humano, estar a la altura del progreso o haber sido elegidos por Dios o la Historia para moldear el mundo a su imagen y semejanza.


            Para el antropólogo, el único modo de alcanzar un conocimiento profundo de la humanidad consiste en estudiar tanto las tierras lejanas como las próximas, tanto las épocas remotas como las actuales (Harris, 1990, p. 24).

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